martes, 25 de noviembre de 2014

Solidaridad con los estudiantes de Ayontzinapa



Un fantasma está recorriendo México este otoño. Es el fantasma de la indignación, el fantasma de las masas en la calle, el fantasma de un pueblo que ha dicho “basta” y ha decidido plantar cara a las oligarquías capitalistas. El pasado mes de octubre se conoció la noticia: 43 estudiantes normalistas (lo que en España equivale a estudiantes de magisterio) de la Escuela Normal de Ayotzinapa resultaban desaparecidos, y venían a sumarse a las 6 personas asesinadas, dos de ellas estudiantes, a finales de septiembre. Desde entonces, las protestas estudiantiles y populares, reclamando justicia, han ido in crescendo, y están logrando poner contra las cuerdas al régimen.

Los medios de comunicación masivos han forjado la imagen de un México sumido en el caos y la violencia extrema provocada por ajustes de cuentas entre narcotraficantes y por la “guerra contra el narco”. Esos mismos medios, sin embargo, olvidan interesadamente mostrar la otra faceta de esta violencia; la de unos gobiernos que han utilizado el terror como excusa para militarizar el país y represaliar todos los movimientos sociales. La oportuna guerra contra las mafias ha permitido el control de la población y ha allanado el terreno para que el capital campe a sus anchas por el país. El caso de los 43 estudiantes de Ayontzinapa viene a engrosar la lista de más de 27.000 desapariciones forzadas desde 2006, según cifras oficiales. Una violencia, por tanto, que presenta un marcado carácter político, y que no debe ser contemplada como una mera consecuencia del narcotráfico.

Esta sistemática violación de los Derechos Humanos en México parece no incomodar a los círculos de poder internacionales ni a sus voceros que a través de las grandes agencias de comunicación se han empeñado en mostrar al país norteamericano como una economía exitosa y emergente. Desde hace dos años se están llevando a cabo “reformas estructurales” en el país, eufemismo para referirse a la privatización de los recursos y las empresas públicas y a la promulgación de reformas laborales que no hacen sino empobrecer aún más a las clases populares, pero que suponen en cambio un botín suculento para las oligarquías nacionales e internacionales. Paralelamente, se ha creado tanto dentro como fuera del país un cerco mediático y discursivo que se ha revelado muy eficaz para mantener relativamente apaciguada a la inmensa mayoría de la población que sin embargo no huele ni de lejos las supuestas bondades aportadas por el crecimiento económico.

Pero ni la máquina propagandística ni la violencia gubernamental y paramilitar han podido acallar el clamor popular que se ha desatado a raíz la noticia de los estudiantes desaparecidos. ¿Por qué Ayotzinapa? Porque se trata de una de las muchas escuelas normales rurales que está llevando la educación a la población campesina del país. Una masa rural que a los gobernantes podría resultar molesta si ésta tomase conciencia de su situación y adquiriese la capacidad de organizarse y reclamar sus derechos. De ahí que el Estado trate de acallar por todos los medios a los estudiantes críticos. Y sí; fue el Estado, el gobierno federal de Enrique Peña Nieto, el verdadero culpable de los crímenes de Ayotzinapa, por más que nos quieran vender lo contrario.

Ayotzinapa ha sido la gota que ha colmado el vaso. Lo que empezó como un movimiento estudiantil para exigir a las autoridades que entregaran vivos a los 43 jóvenes de la escuela normal del estado de Guerrero, se ha convertido en un auténtico clamor popular contra un régimen corrupto, explotador y que violenta de forma sistemática los Derechos Humanos. Desde octubre se llevan sucediendo las protestas a lo largo y ancho del país, con marchas y manifestaciones de cientos de miles de personas, y huelgas por parte de los estudiantes. En el estado de Guerrero se ha llegado a una situación de insurrección popular, con la toma de edificios municipales, cortes de carreteras, quema de sedes de los partidos políticos involucrados en el crimen, etc. Acciones de fuerza que tienen un carácter masivo ya que están siendo llevadas a cabo por cientos de maestros, normalistas, trabajadores, que cuentan con el apoyo directo o indirecto de los familiares de las víctimas, y que son una muestra de la gran tradición de lucha que existe en la región.

Cabe preguntarse por el futuro de estas movilizaciones. De momento parece que la única vía es que el pueblo mexicano se mantenga firme en sus demandas y que exija la aparición con vida de los desaparecidos, el castigo a las autoridades en todos los niveles y acabar con la impunidad del estado criminal. Pero también el resto de pueblos del mundo tenemos una tarea pendiente: tenemos que solidarizarnos con los estudiantes de Ayotzinapa, debemos informarnos de lo que está ocurriendo en verdad, y contrarrestar la desinformación a la que nos someten los medios de comunicación del sistema, y por último, debemos presionar a los respectivos dirigentes de nuestros países para que condenen de forma inmediata a los culpables de esta situación, entre ellos Peña Nieto. En cualquier parte del mundo debemos luchar contra las injusticias y condenarlas allá donde se produzcan.

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